¿El ayuno te ayuda a meditar mejor?

Un tema difícil que hay que afrontar con mucha precaución es el del ayuno asociado con la meditación.

El ayuno (no confundir con la dieta) es absolutamente una herramienta que tenemos a nuestra disposición para meditar mejor, pero también para sentirnos mejor en general.

Sin embargo, también es uno de los retos más difíciles de emprender y que hay que afrontar con mucha atención.

Como siempre digo: una cosa es meditar en el Himalaya y otra es insertar un camino de meditación entre nuestros múltiples compromisos y hábitos diarios.

Recuerdo mi primer ayuno, hecho con las ganas de intentarlo, pero sin conocimiento de los hechos. Tomé el tren todos los días para ir al trabajo y en la noche del segundo día me desmayé miserablemente debido a la drástica caída de azúcar y energía.

Para acercarse al ayuno, primero debes tener una fuerte motivación mental (no necesariamente vinculada a la meditación). Déjame explicarte: si TENGO que ayunar 24 horas porque tengo que hacerme un examen clínico, siempre pensaré en alimentos y bebidas a las que no puedo acceder y serán 24 horas muy largas y agotadoras.

Pero si QUIERO evitar comer durante 24 horas porque tengo que usar ese vestido ajustado que resalta mi cintura, pensaré en el resultado final y no en la comida. Así que es el estado de ánimo lo que marca la diferencia.

Los beneficios del ayuno para el cuerpo y la mente

Todos sabemos la importancia de la comida en nuestra vida y también sabemos que si no llevamos agua y comida a nuestro cuerpo, el resultado final es la muerte, pero incluso si comemos demasiado, los resultados serán devastadores.

El ayuno da descanso a los órganos sobrecargados que componen la maquinaria del cuerpo y, en consecuencia, nos permite estar más alerta que todas nuestras otras sensaciones.

En la práctica, basta con abstenerse de comer durante 24 horas para que las neuronas latentes se reactiven en el cerebro y para que nuestro cuerpo se defienda mejor del estrés adoptando una serie de precauciones que con el tiempo protegen a nuestros tejidos de peores problemas.

Permanecer un tiempo sin comer reduce y frena, entre otras cosas, los procesos inflamatorios internos, mejora la respuesta inmunitaria y aumenta la capacidad de las células para deshacerse de toxinas y sustancias de desecho.

Es un verdadero proceso de purificación general de nuestro cuerpo, que debe realizarse a intervalos regulares para aumentar nuestro bienestar.

Ayunar para meditar mejor: mi experiencia

Ayunar para meditar mejor

Volviendo a mi experiencia, después de la «trágica» primera vez consulté con un médico amigo mío que me dio algunas sugerencias y, poco a poco, llegué a los fatídicos tres días de ayuno.

Lo que me pasó es exactamente esto: después del primer día, a medida que pasaban las horas, sentí dolor en algunas zonas del cuerpo. Debes saber que dondequiera que sientas dolor hay un órgano fatigado.

Tienes debilidades o deficiencias en uno de tus chakras que se manifiestan con la falta de comida, por lo que el ayuno también es una excelente manera de mapear tus debilidades y tomar medidas para reequilibrarlos.

Cuando tu cuerpo está en la fase de ayuno, tu mente está «más liviana» y por lo tanto te permite entrar en una fase más profunda de meditación.

Reglas para asociar el ayuno con la meditación

La primera regla para poder acercarse a un ayuno es no tener enfermedades o patologías particulares. Mi consejo es abordar este camino de forma muy paulatina teniendo en cuenta tus hábitos alimentarios.

Por ejemplo, si habitualmente desayunas, almuerzas y cenas, puedes comenzar tu ayuno después del almuerzo (eliminando así la cena), comenzando desde las 13.00 hasta las 7.00 del día siguiente (18 horas de ayuno).

Durante esas horas puedes beber agua y, si realmente lo necesitas, zumo de naranja o zumos de frutas sin azúcares añadidos. El tiempo que hubiera pasado en la mesa para cenar, puede usarlo para meditar un poco más.

Normalmente, el ayuno de 24 horas debe realizarse en un horario de siete días para depurar cuerpo y mente al 100%.

Si la primera vez que hiciste ayuno fue de 18 horas, la semana siguiente intenta agregar algunas horas más, según tus necesidades, hasta 24 horas, es decir, desayunar y luego saltarte todas las comidas hasta el desayuno del día siguiente. Siempre bebiendo muchos líquidos durante el día (incluso bebidas calientes como té o infusiones).

También hay caminos reales, pero lo que te recomiendo por ahora es simplemente intentar «escuchar» con atención todas las señales que te llegan de tu cuerpo.

Es una oportunidad para sintonizar contigo mismo, poner a prueba tu autocontrol y encontrar la energía necesaria para tu bienestar a través de la meditación, que combinada con el ayuno se convierte en una herramienta aún más poderosa de autoconciencia, permitiéndote explorar tus propios límites y para comprender plenamente la dinámica de tu cuerpo, conociéndola en profundidad.

Así, cuerpo, mente y espíritu estarán en perfecta armonía.

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